La Sombrerería Albiñana es un negocio que principalmente se dedica a la venta de sombreros y gorras, pero en el corazón de los que formamos parte de ella es algo más. Es conversaciones, historias, recuerdos, clientes y amigos. Que a lo largo de estos casi 100 años van dejando en nosotros un poso muy importante.
Pero nos agrada saber que no solo Albiñana es importante para nosotros, también para nuestros clientes.
Esta semana recibiamos un gran regalo, un e-mail de alguién a quien Albiñana le traía gratos recuerdos de su infancia. No quiero citar su nombre, pero nos ha dado permiso para publicar el correo.
«Primero felicitarle por los premios que le han entregado con motivo de
la web y del bolg, es un reconocimiento a su mérito por llevar a
Internet su pasión por el mundo del sombrero.
Envío este e-mail porque la semana pasada asistimos a una charla que
impartía Kika, del Centro Sat de Valnalón, y habló de su blog. Lo que
quiero comunicarle es la grata sorpresa que me produjo volver a saber de
«Sombrerería Albiñana».
Quiero que sepa que vinieron a mi recuerdo momentos entrañables, cuando
acompañaba a mi abuelo materno a comprar gorras y boinas, justo en estas
fechas, para él y para regalar a su cuñado y a sus hermanos (estoy
hablando de finales de los años 70).
(Fotografía del interior de la antigua Sombrerería Albiñana)
Era un hombre de campo y venía en tren desde un pequeño pueblo de Llanes
hasta Oviedo donde nos veíamos. Yo desde que tenía muy pocos años (4 ó 5
porque casi no llegaba al mostrador) le acompañaba a la tienda a
comprar. Era una costumbre que me llenaba de alegría, porque para mí era
// un día de fiesta.
Ver el escaparate decorado y con la exposición de un montón de gorras,
boinas, sombreros, … me hacía imaginar las personas que los pondrían y
en qué ocasiones los llevarían. Recuerdo que mientras esperábamos a que
nos atendieran mi abuelo seguía mirando boinas. Yo no entendía, porque
para mí eran todas parecidas, pero él buscaba algo muy concreto y que le
gustara (boinas sin mucha ala, pero tampoco con poca) y siempre compraba
en su sombrerería por la buena atención y porque le daban lo que quería
y buscaba.
También me gustaba la complicidad que teníamos en aquel momento: él se
probaba una boina y me preguntaba si le quedaba bien. Yo decía siempre
que sí, y él sonreía (quizás porque sabía que para mí siempre estaba
igual de guapo).
Nos las envolvían en papel de seda, como si fuera el tesoro más preciado
y las empaquetaban para regalo, diferenciando el lugar donde ponían el
lazo de adorno para saber qué boina pertenecía a cada persona (ya que
cada uno tenía talla diferente).
Mi abuelo siempre llevó sus boinas, le gustban mucho, de hecho siempre
decía que cuando lo enterraran quería llevar una puesta, … y así fue.
Reciba con todo cariño mi agradecimiento por su tiempo, ya que sólo
quería hacerle llegar este recuerdo entrañable para mí, y que está muy
relacionado con su tienda.
Saludos cordiales»
Muchas gracias por el correo, es el mejor regalo de navidad para nosotros.
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