Hoy para retomar la actividad del blog, y después de este parón veraniego, me gustaría contarles un cuento. Una simpática historia que me contaron hace unos días.
El cuento original, se titula «El vendedor de gorras», pero yo he querido adaptarlo un poco (con permiso del autor) a «El vendedor de Sombreros», mucho más apropiado para el caso.
Es una historia con moraleja, como todas, y que se cuenta en algunas escuelas a los niños más pequeños, aunque creo, también debería ser contada a muchos adultos.

El vendedor de Sombreros
Había una vez un vendedor de sombreros. Vendía sombreros verdes, marrones, azules y rojos.
¡Y los llevaba sobre la cabeza! Primero se ponía su propio sombrero rayado; encima de éste, apilaba cinco sombreros verdes; después, los cinco marrones; más arriba, los cinco azules y arriba de todo, los cinco sombreros rojos.
Un día, el vendedor se sintió cansado y triste porque no había vendido ni siquiera un sombrero: ni uno verde, ni uno marrón, ni uno azul, ni uno rojo. Entonces, abandonó el pueblo en donde nadie necesitaba sus sombreros y caminó y caminó hasta que llegó al campo. Allí encontró un gran árbol y se sentó a la sombra. Se sacó los sombreros y los contó. Los tenía todos: el suyo, rayado; los verdes, los marrones, los azules y los rojos. Pero como no había vendido ninguno, no tenía dinero para comprar comida.
Paciencia -pensó, mientras volvía a ponérselos-. Venderé alguno esta tarde. -Y se quedó dormido. Se despertó sintiéndose mucho mejor y enseguida levantó un brazo para tocar la pila de sombreros. ¡Pero sólo le quedaba uno! ¡Sólo su sombrero rayado! Se levantó de un salto y empezó a buscarlos. Pero no aparecía ni un sombrero verde, ni uno marrón, ni uno azul, ni uno roja… Miró entonces hacia la copa del árbol… ¡y allí estaban todos sus sombreros! ¡Cada uno puesto en la cabeza de un mono!
-¡Monos ladrones! -gritó el vendedor.
-¡Devuélvanme mis sombreros! Los monos no le contestaron nada.
-¡Eh! ¿Me oyen? ¡Devuélvanme mis sombreros! –gritó entonces el vendedor, amenazándolos con el puño.
Los monos le mostraron entonces sus puños, pero no le devolvieron los sombreros. Enojado, el vendedor pegó una patada en el suelo y exclamó:
-¡No me hagan burla, monos feos!
Todos los monos pegaron una patada sobre las ramas y le dieron la espalda. Desesperado, el vendedor se quitó entonces su sombrero rayado y lo arrojó sobre el suelo mientras les decía: -¡Aquí tienen otro más, ladrones! Ya se marchaba cuando vio que los monitos se sacaban los sombreros y los tiraban al suelo, tal como él había hecho. En un segundo, todas sus sombreros estaban sobre el pasto.
Entonces el vendedor se apuró a recogerlos y a colocarlos otra vez sobre su cabeza: primero, se puso el sombrero rayado; encima de éste, los verdes; después, los marrones; más arriba, los azules y, arriba de todo, los rojos.
Y silbando contento se puso en marcha rumbo a otro pueblo, para venderlos y poder comprar su comida.
Variación de la adaptación de Elsa Bornemann
Una bonita historia para comenzar el otoño en el blog.
Espero que les haya gustado.
Y ahora…..comenzamos
Visto en: Elsa Bornemann. Ilustración de Luis Bobes.
Me gusta esto:
Me gusta Cargando...
Read Full Post »